viernes, diciembre 03, 2004

Moto tsurai

Más dolor
No puedo creer que mi debilidad llegue a tal grado que me tenga estancado.
Mi vida se derrumbó pues me falta fuerza para querer seguir viviento pero tampoco me la puedo quitar pues para eso tampoco hay energía y convencimiento.
Que será de mi? Cómo le voy a hablar a mi papá de esto? Qué futuro me depara?
Me siento como un perdedor.

Cuando estaba viviendo en México con mi abuela veía un programa de televisión que se llama Dawson's Creek, y a parte de que me gustaba la actriz principal, siempre imaginaba tener una vida llena de amistades, con mucho afecto y tantas situaciones inesperadas como las que se exponen en el programa. Pues bien, se me cumplió mi deseo, no entiendo por qué, pero sucedió, y luego, por necio imbécil, o mejor dicho necio reflexivo, mi tan deseada, perfecta, llena de vida y sorpresas, cambiante y satisfactoria vida se derrumbó. ¡ME CHOCA! ¡ME CHOCO! Lo eché todo a perder yo solito con mis actos o mas bien falta de ellos. Destruí mi sueño dorado, destrozé mi felicidad en nombre de la "verdad".

Mi sinceridad, honestidad y rectitud inician conmigo mismo. Engañarme es algo que me gustaría tanto poder hacer y sin embargo no lo hago, mis principios me lo impiden. Ya que no puedo engañarme a mi mismo, no puedo evitar el enfrentar la batalla que represente la búsqueda de la verdad dentro de mi mismo. Ahora, la probabilidad de que pueda vivir como lo hacía es demasiado baja, el poder obtener la satisfación de una vida tan llena de amor, tan simple y compleja al mismo tiempo es demasiado remoto, y sin embargo, me gustaría poder continuar así, pero con la estabilidad que ahora no tengo.

No puedo si no despreciarme por haberme arruinado yo solo.
Ahora las posibilidades de dar y obtener afecto de mis amistades en la escuela es casi nula.
En mi intento de recuperar el control, me he aislado de todo y todos. Mis amigos se habrán dado cuenta, estoy seguro de que me extrañan terriblemente.

La esperanza de mi padre en mí se reducirá de manera drástica, de hecho no se cómo reaccione cuando le diga que ya dejé de ir a la escuela, al trabajo y de hecho a todos lados.
Nunca antes había estado tan desesperado y triste como ahora para intentar quitarme la vida. MI VIDA, que se me escurrió de las manos, quisiera yo que también se escurriera de mí. Con la aguja de una jeringa intenté drenar lo único que me mantenía vivo. Rojo, pulsante, vital, parte de mi escencia, sagrado líquido, ¿por qué no te cuagulas dentro de mi? Con un bote de leche Alpura entre las piernas lo intenté, encajé la aguja en la carne de mi antebrazo ignorando el dolor del que era perfectamente consciente, intentando dar con la arteria.

Lo logré, pero había de mantener la aguja en posición pues de lo contrario se salía de lugar y dejaba de funcionar. Al ver la sangre correr por la manguerilla que conecté a la aguja me emocioné, pero al verla salir de ella y entrar en el bote se me revolvió el estómago y tuve que reprimir una arcada de asco. Si, asco es lo que me da mi vida, mi circunstancia actual. Recordar mi sangre me hace sentir enfermo nuevamente.Así, después de lo que sentí como 10 minutos, fracasé y me resigné, un nuevo intento debo hacer, pensé. Era viernes y se suponía que tenía que ir a trabajar. Había quedado lesionado a causa de mi ¿bendita o maldita? inexperiencia con las agujas. Una inflamación hacía patente mi fracaso, no podía estirar ni contraer súbitamente mi brazo. Después de salir de casa me fuí al cine a intentar olvidar mis problemas. Traía dinero para ver 2 películas y conmigo llevaba mi libro de Harry Potter, en lo más interesante estaba, dentro de la sala, esperando a que comenzara la película cuando llamó Cielo, mi querida, inteligente, cariñosa y alegre Cielo.

Me preguntó dónde estaba, y al saber que podía llegar en 20 minutos decidió acompañarme. Cuando llegó me sacó de la sala y me llevó al café junto al cine para enterarse de qué es lo que pasa conmigo, pues tenía más de un mes que no nos veíamos. ¡Dios! Cuanto extraño a mis amigos! y pensar que no los veo por desición propia. Le di a leer el cuaderno en el que he plasmado mis profundas y dolorosas reflexiones y terminé por contarle mi reciente intento. Lágrimas brotaron de sus ojos para mi desesperación, dolor es lo último que quiero causar en alguien a quien amo. Dolor tan intenso que no lo pudo contener. Dolor por mi.

Palabras de esperanza brotaron de su corazón con la mejor de las intensiones, palabras que no lograban convencer mi deprimido corazón. Acepté su propuesta prometiendo ver a un especialista que ella me recomendara, casualmente, la madre de su novio, esposa de mi maestro, a quien ya conocía yo con anterioridad debido a una entrega a domicilio de computadora. Así, hoy el haber fallado se añade a mi lista de decepciones y no parece haber una salida esperanzadora al pozo en el que me encuentro. Dos consultas-terapia he tenido esta semana con la doctora y no me alegra aún seguir con vida, todo el dinero de la semana gastado en algo en lo que aún dudo, y que para mi propia aflicción, se que estoy mal en dudar.